El tema estás dos últimas noches, ha sido la muerte.El tema hace meses fue la vida y muerte.
Y toda mi vida me he sentido atraída por la muerte.
Esta noche la conversación se enfocó en las auras, pero sobre todo en la muerte que nos rodea.
Nosotros somos parte de la tierra, y al morir nos reincorporaremos a ella, creando con muerte, vida. Tal vez en forma de una zanahoria –lo cual no me sería grato- o podríamos ser quizá un pez, una vaca o una palapa.
El punto importante aquí es que todos somos muertos viviendo; comemos muerto, bebemos muerto, nos untamos muerto, respiramos muerto, desechamos muerto –piel, cabello, materia fecal- y todos estos desperdicios nuestros, sirven para alimentar vivos que mueren día a día.
TODO EN ESTÁ TIERRA ESTÁ COMPUESTO POR MUERTOS.
La cama donde estoy acostada escribiendo fue hecha con madera de árboles alimentados con muerto, el colchón, cojines, peluches, sábanas y edredón son hechos con muchos materiales también provenientes indirectamente de algo muerto. ¡Vaya¡ Incluso las paredes.
Hebert –el joven vivo compuesto y nutrido de cosas muertas, al igual que nosotros- dijo ante mi declaración de la mortificación y angustia que me provoca enfrentarme ante un mundo muerto: “¿Y si lo ves como que estamos rodeados de conocimientos, de arte, de historia?”
De momento eso no me convenció, y dije: “Eso es material lleno de muerto también.”
Pero de inmediato vino a mi mente: "Arte plagado de muerte". Que terminó en una denuncia más severa: "Arte apestado de muerte"
Y lo entendí todo. El arte nace de la inspiración, y nos inspiramos con arte, arte de cualquier tipo, que también nació de arte. He aquí la relación con la muerte, con la vida, y de nuevo con la muerte.
Por eso, hoy, estoy deseando con fervor apestarlo todo con muerte. Porque la relación ser humano- arte, es de retroalimentación.
Y aquí, el arte y yo vamos a sufrir una...
retromarianación.